Trilogía sobre las emociones – Yo no sirvo (Parte 3)

Las Creencias limitantes son convicciones u opiniones sobre la realidad que impiden conseguir lo que uno quiere. Por ejemplo: alguien piensa que conseguir un buen trabajo es solo suerte, por lo cual la persona no hace siquiera el intento de buscarlo, pues cree que es solo suerte….

Por el contrario una conducta o pensamiento que puede ayudar a alcanzar lo objetivos, son creencias que pensamos a diario en positivo. Nos ayudan a superar miedos y obstáculos, para cumplir y superar una mala situación. Nos hacen adaptables.

Cuando tenemos un mandato de “Yo no sirvo” lo que nos enseñan es que no somos importante, nos enseña a no ser nosotros mismos, nos enseñan a no ser niños y a no ser creativos. Estos mandatos nos impulsan a no acercarnos a los demás, a ser perfectos en todo lo que hagamos y a apresurarnos en la vida.

Estos mandatos, impulsos y creencias son los que llegan a concebir pensamientos limitantes de “yo no sirvo” y generan en nosotros las siguientes situaciones:

  • Aprendemos que no somos aceptados y que tenemos características diferentes. Esta creencia nos genera no tener una identidad propia.
  • Al creer que debemos crecer rápido nos induce conducta de seriedad y responsabilidad intelectual.
  • Al pensar en no ser creativos genera comportamiento rutinario, crea rigor por cumplir normas.
  • Cuando nos inculcan la frase “no te acerques”, nos crean desconfianza, no tenemos amigos, somos muy selectivos, y pensamos mal de las personas.
  • Cuando nos dicen que seamos perfectos, y en el mayor de los casos los padres resaltan lo negativo de nosotros, nos cuestionan, nos critican o castigan sin motivo, crea personas con características obsesivas y que corrigen todo el tiempo a otros.
  • Al pensar que hay que tener prisa en todo, las personas hablan y caminan rápido, quieren terminar rápido, les cuesta relajarse y pueden llegar a molestarse si otros no mantienen su ritmo.

Recapitulando sobre la trilogía de las emociones…

Los padres siempre transmiten mensajes tanto de manera consciente o inconsciente, pueden ser verbal como “Nunca haces nada bien” o no verbales como “Fruncir el ceño” (como signo de desaprobación). Existen además los mensajes paraverbales como decir “debes ser paciente, con voz rápida». De esta forma, asociamos las expresiones de las personas y tendemos a asumirlas como ciertas y ello nos da un parámetro de cómo debemos comportarnos. Aunque esto no sea lo que la persona que transmite el mensaje pretenda expresar.

Todos nacemos libres, al momento de nacer, no traemos ninguna creencia no tenemos ningún mensaje, lo que hacemos es estudiar desde niños las formas en que los adultos se tratan, los mensajes que se dicen y los gestos que nos hacen. Conforme nos vamos relacionando tomamos decisiones autolimitadoras, por ejemplo un niño que realiza una travesura (rayar una pared) y le regañan, ante esta situación el niño puede tomar una postura o varias posturas, pero si el niño al sentirse regañado y posiblemente arrepentido de lo que acaba de hacer lo asocia como creencia autolimitante, cuando crece va a desarrollar la sensación de que debe huir cuando a cometido un error (diciendo «yo no fui», ocultando información, justificándose, etc.). Todas las emociones y los sentimientos que reproduce a partir de lo que sucedió y cómo se comportó en aquel entonces, los va a reproducir cuando sea adulto llevándolo a no asumir su responsabilidad.

Hay muchas parejas, por ejemplo, que les están haciendo un reclamo, respecto a algún error o algo que dejo de hacer y la otra persona lejos de aceptar su responsabilidad, comienza a argumentar una serie de situaciones para demostrar su inocencia y declarar que está bien, eso es no aceptar su responsabilidad, vemos como las emociones y sentimientos nos van acompañando y reproducimos instintivamente para huir, para atacar o para paralizarnos frente a una discusión.

Otro ejemplo, cuando nos sentimos rechazados o no incluidos por la familia puede haber diferentes formas en que un niño acepte esta situación, al observar que su familia está compartiendo sin él, pueden surgir diferentes formas de reaccionar: un niño puede sentir tristeza, sentirse excluido y rechazado, otro niño puede sentirse enojado, furioso, quiere decir que lo que está sucediendo no es justo, está siendo excluido, pero no lo dice, y otro niño puede experimentar miedo y tristeza a la vez, no puede decir nada, pero siente miedo.

Así son las reacciones que experimentamos cuando esas situaciones van quedando guardados en nuestra mente y que por cuestión de supervivencia adoptamos cierta actitud que reproducimos de igual forma en la vida adulta, es como una programación, lo importante es que se puede desprogramar, todo lo aprendido se puede desaprender y aprender formas más sanas de llevar esas situaciones.

Mandamientos para la educación de los hijos:

Para poder evitar que estas situaciones se den desde la crianza de los hijos, es recomendable asumir estas actitudes.

  1. No decidas por ellos.
  2. No hagas lo que ellos pueden hacer.
  3. Da ejemplo de lo que pregonas.
  4. Pon límites de acuerdo a cada uno de acuerdo a su edad.
  5. Dialoga, siempre dialoga.
  6. Pregunta, no respondas.
  7. Vive con ellos y no sobre ellos.
  8. No sólo les des cosas.
  9. Integra y vencerás.
  10. Evita preferencias y prejuicios.

Para conocer más acerca técnicas para la crianza de los hijos y sobre esta Trilogía de las emociones, los invitamos a ver el siguiente webinar :

Artículo elaborado a partir del webinar Trilogía sobre las emociones «yo no sirvo», dado por la Licda. Nicté Leoní (Terapeuta familiar) los días 25 de junio y 2 de julio.