Trilogía sobre las emociones – «Yo no merezco» (Parte 1)

Muchas veces, debido a situaciones del pasado, vivimos atados a pensamientos que nos quitan la libertad, algunas veces vivimos nuestras vidas atados sin saber que nosotros tenemos la llave para cambiar esto. “Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros”. Es decir, aceptar la situación que pasó, pero continuar nuestro camino sintiéndonos libres.

Para superar esto es importante buscar herramientas para modificar esas creencias que nos mantienen encadenados y paralizados para realizar cosas o tener pensamientos positivos.

Esto nos lleva al Sistema de Creencias, éstos son patrones, guías o pautas de comportamiento que están grabados en nuestro cerebro acerca de cómo percibimos y sentimos que es el mundo y conforme a eso nosotros nos comportamos, son afirmaciones que nos hacemos en nuestro interior de cualquier situación, formas de pensar conscientes o inconscientes, pero que de alguna manera con ese diálogo interno podemos percibir la realidad, pero no siempre es la nuestra, sino que es, lo que alguien más dijo. (Ej. Si alguien dice, mañana tenemos un examen difícil y yo lo creo, me voy a casa con esa creencia y por más que estudie jamás superaré ese examen, la forma en que la persona lo dijo me marcó y creeré que es el peor de los exámenes).

Por ello es importante conocer como aprendemos estas creencias y entender que las creencias pueden ser:                                                               

  • De forma verbal y no verbal, imagina el grado de poder que tiene una persona en tu vida si de forma no verbal con un simple gesto se sabe si nos aprueban o no. Los niños estudian los gestos de los padres y los imitan, saben cuándo un gesto es descalificante y verbalmente lo grabamos y lo llevan el resto de la vida.
  • Potenciadoras o limitantes. Las creencias potenciadoras son todos los pensamientos y formas de hablar que nos facultan para poder hacer las cosas como nosotros deseamos de manera positiva, nos sentimos muy satisfechos cuando una creencia nos potencia. Las creencias limitantes por el contrario inciden en nuestro comportamiento y actitud, nos hacen sentir mal, impotentes, que todo está mal hecho, que no tenemos permiso a disfrutar pequeños y agradables momentos, se basan en el miedo.

Algunas personas pudieron haberte dicho de pequeño, ¡tú no puedes!, ¡eso que estás pensando hacer no se puede hacer!, ¡no se puede!, y cada vez que quieres escalar tienes en la mente «no se puede», «no se puede», hasta que te llegas a creer que no puedes y que eres incapaz de hacerlo, entonces en tu vida adulta pasa que cuando intentas resolver los problemas, no lo puedes hacer, a esto nos llevan esas conductas limitantes.

De niño podemos recibir mandatos que nos potencian o mandatos que nos limitan. Con los mandatos que limitan podemos llegar a pensar «yo no merezco, no merezco ser feliz», y sentimos que solos no lo podemos realizar, usando así, excusas diversas para no lograrlo. Con los mandatos que potencian, tenemos la sensación de poder realizar las cosas, que puede ser difícil, pero lo intentamos, nos arriesgamos a hacer las cosas que siempre hemos querido hacer, nada nos limita.

Lo importante es encontrar la posibilidad de resolver las cosas o situaciones que en otros momentos nos contenemos para realizar. Luchando así por alcanzar aquello que se ha querido hacer con la vida.

Cuando tenemos un mandato de “Yo no merezco” lo que nos enseñan es a no pensar en uno mismo, sino solo en los demás. Nos enseñaron a no vivir, a no estar sanos, a no sentir. Estos mandatos nos impulsan a no disfrutar, a ser fuertes y no mostrar nuestros sentimientos, a complacer únicamente a los demás.

Hay que tener muy en cuenta que el origen del “Yo no merezco” puede iniciar desde el momento de la concepción, si el bebé se encuentra en un embarazo no deseado y escucha y siente que no merece nacer, desde ese instante comienzan las creencias limitantes de un «yo no merezco vivir», «no merezco disfrutar», «no merezco ser amado», «no merezco cosas buenas en la vida». Este bebé, cuando sea un adulto atraerá a su vida situaciones de desdicha, así como escasez material, física o afectiva.

Está en nuestras manos cambiar.

En el día a día no hay trabajos menos o más importantes, debe existir satisfacción, eso es potenciador. Cuando tenemos la sensación de hacer las cosas para que los demás nos lo agradezcan, es preferible no hacerlo, cuando tenemos que realizar lo mejor es disfrutarlo.

Algunas veces lo que hay atrás de esa sensación, es: “No disfrutes”, alguien te lo dijo, el gozo, el deber, la obligación es malo. Cuando no es así, son cosas que sí se pueden disfrutar. Muy probablemente tuvimos padres con alto sentido del deber o un adulto que nos los enseñó, por que algunas de estas creencias como: «Yo No Merezco», pueden estar instauradas en nuestra vida adulta, a través de observar a alguien que admiramos, y esa persona, las cosas que nos dice, las damos por ciertas, las damos por irrefutables y ¡No es así!.

Una persona que cree no merecer disfrutar, siempre esta ocupada, o inventan estar ocupada, y en el lugar de descansar, busca como ocupar incluso los momentos de descanso, llena estos espacios con aparatos electrónicos desde los cuales sigue trabajando (computadora, celular, tablet), parece ser que no hay un disfrute del descanso, nos volvemos trabajólicos, adictos al trabajo.

Son personas que no les gustan los cambios, no los aceptan, y cuando se dicen «no disfrutes», no disfrutan lo que hacen. Tampoco pueden disfrutar las cosas bien hechas, ni

disfrutan cuando se les celebra, ni celebran a otros. Parece que fuera una obligación, pero, hay pequeños triunfos que nosotros debemos celebrar; celebrar que hicimos algo bien y compartirlo con la familia.

Todas las creencias limitantes basadas en el “Yo no merezco” son creencias que pueden ir desapareciendo de nuestras mentes. Desaprender ideas que tenemos desde que somos pequeños no es fácil pero sí es posible, solo necesitas decidirte a hacerlo.

Para saber más sobre estas creencias limitantes los invitamos a leer parte 2 y 3 de esta trilogía y ver el siguiente webinar:

Artículo elaborado a partir del webinar impartido por la Lida. Nicté Leoni (Terapeuta familiar).