Trilogía sobre las emociones – Yo no puedo (Parte 2)

“Lo que piensas hoy es influenciado por las ideas que te transmitieron de niño”.

Una Creencia es una verdad que tú has construido y es importante conocer cómo se construyeron, de donde surgieron. Para poder cambiar se debe tener un entrenamiento para aprender algo nuevo y desaprender aquello que ya no te sirve, que está obsoleto en nosotros. Las creencias y los pensamientos que nos limitan nos hacen gastar mucha energía queriendo de alguna manera demostrar que esa creencia es cierta, porque nos encargamos de que sea cierta. La energía que se gasta en esa creencia es lo que no te permite avanzar por que estamos ancladas a ella.

«Una creencia es una idea o pensamiento que tomas como cierto.»

En las redes sociales circulan creencias o pensamientos erróneos y nos vemos influenciados y podemos llegar a creerlas. Cuando se utilizan pensamientos que magnifican la situación: «como todos», «nunca», «siempre»; no estamos siendo objetivos, estamos haciendo ver algo más grande de lo que es, y hay tantas personas compartiendo estos pensamientos que de tanto repetirlo, pueden llegar a creerlo.

Las ideas que damos por sentado y que nos limitan están basadas en recuerdos que tenemos desde la niñez. Aprendemos de alguien a quien consideramos autoridad moral que tiene conocimiento y que para nosotros es importante.

Cuando tenemos un mandato de “Yo no puedo” lo que nos enseñan es a no pensar, no intentar siquiera, cuándo en realidad si algo nos cuesta tenemos que intentar más. Estos mandatos nos impulsan a no triunfar y a no crecer.

El origen del “yo no puedo”, al igual que el origen del “yo no merezco” puede iniciar cuando el proceso de la concepción, gestación o parto han sido dificultosas para el feto. La familia se convierte en un gran apoyo para la persona ya que al nacer somos vulnerables, y la persona se acostumbra a eso.

Las consecuencias de estas creencias en la vida adulta llegan a ser varias, se atraen situaciones de gran dificultad, tienen impedimentos para lograr cosas, generan escasez, logran cosas con mucho esfuerzo, lo que los convierte en personas egoístas.

Hay padres con esta creencia limitante (no puedo), que relegan las necesidades de los niños y las necesidades deben ser atendidas, caso contrario los resultados pueden ser niños que «no miren», «no escuchen», «no hablen», «calladitos están mejor» y por tanto no piensan, solo obedecen y van a obedecer a cualquiera porque están acostumbrados a estar callados, no crean tensión y no pueden refutar a lo que no están de acuerdo.

Existen varias características de personas que mantienen la creencia limitante de “no pienses”, por ejemplo, piden que les repitan las preguntas porque no las pueden procesar, no tienen criterios establecidos del ejercicio que conlleva la reflexión de sus acciones. Su mente queda en blanco, las personas les hablan y no dan respuestas. Se distraen con facilidad, por que no se les permitía opinar y se acostumbran a vivir en un mundo de fantasía, donde todo es posible y él es el héroe, un mundo imaginario que lo aleja de los padres, de la familia. Tienen dificultad para concentrarse, no pueden hacerlo, porque todo se les hacía, se le respondía a todo, son personas procrastinadoras que todo lo dejan para después.

Cuando hay un exceso en los padres, y estos están encima de los hijos todo el tiempo, quieren saber todo lo que el hijo hace, el niño no tiene vida privada, entonces como padres luchan por los derechos del hijo y comienzan a exigir a los maestros y directores, mejores notas, menos tareas y llevan las gráficas que imaginan de cómo deberían educar, los padres están llevando a los educadores técnicos la forma y la metodología que creen debe tener con su “niñito” y de esta forma el niño crece, llega al bachillerato y los padres todavía siguen exigiendo que deben enseñar y la forma de cómo enseñar a su hijo. Estos actos crean en los hijos el mandato de “no me abandones”, haciéndolos dependientes de sus padres.

Por otro lado, existen un mandato que genera una creencia limitante de “yo no puedo”, el cual tiene su origen regularmente en la infancia, pero también en la vida adulta, este es “tratar más”. Este mandato se basa en que lo importante no es ganar sino competir. Esto genera en los niños característica de la conducta como delirio de persecución y pensamientos constantes de que otras personas me quieren hacer daño.

Es muy recomendable que no se dicten estas ideas o creencias a los hijos, ellos deben explorar, hablar, hacer y ponerles límites sin generarles pensamientos limitantes que vayan a afectar el resto de sus vidas. Hay que enseñarle a los hijos desde temprana edad que pueden hacer todo lo que se propongan, inculcarles desde pequeños a hacer tareas del hogar para ir creciendo y aprendiendo poco a poco. Para tener mayor información sobre estas creencias o mandatos lo invitamos a ver el siguiente webinar:

https://youtu.be/y1Bh_31lvMk
Webinar realizado el 18 de junio por la Licda. Nicté Leoní (Terapeuta Familiar)

Artículo elaborado a partir del webinar impartido por la Licda. Nicté Leoni (Terapeuta Familiar).